Críe a un halcón un año. Lo domé, le adorné las plumas con oro y se elevó muy alto y voló a otras tierras. Aun vi al halcón volar hermoso: en su pata llevaba la cinta de seda, en sus plumas brillaba todo rojo y oro ¡Que Dios una a quienes se aman de corazón!Caballero de Kürenberg