Jesús nos lleva a todos en el corazón. Cuando le ponen ante el dilema de condenar o hacerse reo de un delito, su amor a todos supera la prueba. Su mirada amorosa llegaba también hasta el fondo de aquellos pobres desgraciados que condenaban a los demás sin reconocerse pecadores.

Jesús es exigente y hace posible la recuperación. Así es la verdadera misericordia, que hace justicia queriendo siempre lo mejor para todos.

El milagro de hacer fecundo el desierto del alma es siempre posible gracias a la muerte y resurrección de Jesús. No es un negocio. Es el “misterio pascual” de morir amando y perdonando, para resucitar y prolongarse en nuestra vida. “Y aquí lo tienes”…

La “Pasión” de Jesús evidencia que él ha querido correr nuestra misma suerte, haciendo de nuestra vida su misma biografía. La vida ya tiene sentido porque él la vive con nosotros, como Verbo "Encarnado" y “Redentor” (“Esposo” enamorado).

Los zarandeos de la historia son también providenciales: nos permiten sentir a Jesús cercano, asumiendo y suavizando nuestra “Cruz”, que ya es común y “complemento” mutuo. Y ayudamos a los hermanos en este caminar, desde el domingo de Ramos, hasta el fracaso fecundo del Calvario.

“Desecho en lágrimas de contrición, me postro ante ti “Señor”. Beso tus pies y los baño con mi llanto; los beso justo allí donde el inclemente clavo los atravesará. Curo anticipadamente, con un beso, la herida que causé con mi pecado…” #LunesSanto25

Que toda tu vida se vaya gastando en la aceptación de la voluntad del Señor en la oración en el trabajo en la humildad, en dar gracias a Dios. Y si volvieras a sentir que la impaciencia se instala en ti, recurre inmediatamente a la oración estamos siempre en la presencia de Dios.

Los testigos de Cristo resucitado, según el evangelio de Marcos, son todos débiles, de carne y hueso. Pero la misión confiada por Jesús, en un encuentro con Él, incluye su presencia eficaz que nos acompaña y transforma nuestra debilidad.

La fe en Cristo resucitado presente, también ahora en nuestra historia, es un don, un regalo suyo, que pide y hace posible nuestra cooperación. A los Apóstoles les costó mucho creer. O les parecía ver un fantasma o no aceptaban el testimonio de otros hermanos.

“El pan de vida”que es el mismo Jesús, da sentido a la existencia humana. Con él, en él y por él, la vida se hace relación y donación a Dios y a los hermanos. Jesús se nos comunica para que nosotros lo anunciemos a los demás. El mundo al que se refiere Jesús es toda la humanidad.

El gozo de un creyente; “al igual que el “gozo” del nuevo Papa Leon 14, “nace de amar y hacer amar a Cristo”, tal como es, sin rebajas en su realidad de perfecto Dios, perfecto hombre y único Salvador.

La vida es un itinerario para aprender a vivir familiarmente con Dios, haciendo de la tierra un “cielo” anticipado. Jesús nos ha enseñado esta verdad trascendental: Dios Amor (Padre, Hijo, Espíritu Santo) ya está presente en todas las cosas y en todos los corazones.

La predicación de un apóstol, si está bien hecha, siempre transparenta a Cristo presente. Es en sintonía con la misma actitud relacional de Cristo, que nos lleva en su Corazón, haciéndonos partícipes de su relación amorosa con el Padre.

La esperanza es el gozo de una tensión confiada. Las vidas de los apóstoles de Cristo (como Pedro, Pablo y Juan) están escritas en el corazón de Dios. No necesitan placas conmemorativas. Pedro siguió al Señor dejándolo todo por Él. Pablo, “encadenado”, daba testimonio de Jesús.

¿Nos toman por tontos? / “LA GRAN MENTIRA…” infovaticana.com/2025/07/10/nos…

“SE HACE TARDE Y ANOCHECE”… POR DESGRACIA, JUDAS ISCARIOTE. ( Audio Libro) youtu.be/4E6BfFwLvFc

“Jesús es nuestra esperanza” (1Tim 1,1), nuestro punto de apoyo en el camino hacia la Verdad y la Vida. Él se nos hace camino en nuestro éxodo. Con él resulta llevadero el proceso de ir dejando atrás lo que ya no es necesario ni válido.

“Por mí vinisteis al mundo” (Teresa de Jesús, Conceptos de Amor, cap.4,10). Juan 1,14; 3,16; Gaudium et Spes, n.22: “Amó con corazón de hombre” (A Cristo se le conoce amando. Él ama dándose, acompaña, alienta, sostiene, asume nuestra vida como biografía suya, y quiere salvarnos.

En las parábolas del Reino se resume la actitud de Jesús: desde la Encarnación vive nuestra historia como su propia biografía, que él ha de transformar para ser “expresión” suya y, por tanto, “gloria” de Dios. Vivió nuestro “tiempo”, nuestro trabajo, nuestros gozos y tristezas.

Porque Dios nos lleva a todos en su corazón. Nuestro “desierto” (lleno de silencio) se va convirtiendo en “paraíso” donde Dios Amor nos acompaña. Él es La Fuente del Amor y sin Él no existe ni es posible el verdadero amor.