Una sonrisa volvió a hacerse eco en su comisura izquierda, ligera y tenue, mientras caminaban. Incluso cuando la Fortaleza Roja era su lugar de nacimiento, Aemond podía ceder al tipo de sentimiento al que se refería la norteña. La dama añoraba El Norte, eso estaba claro; pero +

+ la procedencia de Alanna no restaba importancia al hecho de lo agotadora que podía llegar a resultar la corte incluso para un nacido en ella. Aemond prefería la soledad de sus vuelos con Vhagar a los tumultos de gente, pero en festines y celebraciones hacía todo lo posible +

+ para que detalles como tales no convocaran comidillas.

—Los únicos terrenos boscosos que tenemos cercanos a la capital son los del coto privado del rey, al sur del Aguasnegras. Pero como podéis asumir, milady, llevan… un largo tiempo en desuso para la familia. —El tuerto +

+ posicionó la mano derecha tras la espalda, mientras la otra la dejaba estar, e inició una serie de movimientos lentos con los dedos. Daba la impresión de que se relajaba con ellos. —Hm, ¿habéis visitado el Bosque de Dioses del interior? Su Árbol Corazón… tal vez su árbol +