Bueno, no tengo nada que objetar. Aunque dirigir una Galaxia conlleva una responsabilidad inmensa. -Sonrió con levedad, mirando a la togruta.- ¿Y tú? ¿Cómo estás? No te veía desde la caída del Imperio.

Buenas noches para usted también. ¿Puedo saber de quién se trata?

-Saludaría a Hera pero parece estar un tanto ocupada.-

Siempre tiene tiempo para la única senadora que le cae bien.

Jyn. Buenas noches.

-Y ella siempre tendrá tiempo para recibir a una buena amiga. Independientemente de cuánto papeleo acumule en su oficina.-

Igualmente, Leia. -Sonrió con dulzura al ver a la antigua princesa de Alderaan.-

-Quedó ligeramente extrañada al escucharle.- ¿Un exiliado... de nuestra propia Galaxia? -Frunció ligeramente el ceño.- ¿Qué intenta decir, señor Clarke?

¿Cómo te va, Jyn?

-Irá a servirse una copa. Tuvo un día bastante ajetreado en el Senado.-

Cada segundo que tenga de reposo se debe de aprovechar. -Bromeó ligeramente, sin perder su compostura.- ¿Qué me dices de ti, mi buena amiga?

Generala. -Contestó la canciller, esbozando una sonrisa. Se levantó de su despacho, aproximándose para recibir a la Twi'lek.- Que gusto que estés aquí, Hera.

-Negó suavemente.- No tienes nada de qué agradecer, querida. -Respondió, sonriente.- De no haber sido por la intervención de Leia, ahora mismo estaría intentando sacar a una de nuestros mejores Generales de una celda. -Asintió con levedad.- ¿Qué te trajo hasta Coruscant?

Soy la Canciller de la Nueva República, Leia. Trabajar incesantemente es parte de mi día a día. -Mencionó, dando un suspiro.- Me alegra escuchar eso. Espero que todos en tu familia se encuentren bien. -Contestó la soberana, sonriendo de medio lado.-

Buenas tardes, ciudadanos de la República.

Y no puedo quitarle la razón a tus palabras, querida. -Respondió, sonriendo una vez más, de manera más leve en esta ocasión.- Es bueno saberlo. Esos niños crecen más y más cada día. Cuando menos te lo esperes. Estarán piloteando el Halcón sin que su padre lo sepa. -Bromeó.-

Desde luego que no, querida.

Sé que tengo mi edad. Pero todavía puedo mantenerme en una pieza. -Bromeó una vez más, dando una leve carcajada.- Esperemos que eso nunca suceda. No hay posesión más valiosa para tu marido que el Halcón. -Comentó, ampliando más su sonrisa.-