Gabriela Mistral leyendo, acompañada de sus gatitos que duermen junto a ella. Nueva York, 1956. #DiaInternacionalDelGato

Cuando regalamos cosecha de frutos, es el surco generoso el que da; y cuando regalamos vestidos, es el hilandero fatigado el que regala. Pero cuando nos damos a nosotros mismos, entonces sí, damos de verdad.

Hallazgo Me encontré este niño cuando al campo iba: dormido lo he hallado en unas espigas. O tal vez ha sido cruzando la viña: buscando los pámpanos topé su mejilla. Y por eso temo, al quedar dormida, se evapore como la helada en las viñas.

Tengo una ambición más atrevida que las feroces de las feministas inglesas, y es ésta: quiero que las niñas de mañana no aprendan estrofas ni cuentos que no vengan de una mujer, y de una mujer chilena.

Cuando yo he hecho una clase hermosa, me quedo más feliz que Miguel Ángel después del Moisés. Verdad es que mi clase se desvaneció como un celaje, pero es sólo en apariencia. Mi clase quedó como una saeta de oro atravesada en el alma siquiera de una alumna.

Las mujeres formamos un hemisferio humano. Toda ley, todo movimiento de libertad o de cultura, nos ha dejado por largo tiempo en la sombra. Siempre hemos llegado al festín del progreso, como el camarada vergonzante al que se invita con atraso. Educación Popular, 1919.

No había visto antes la verdadera imagen de la Tierra. La Tierra tiene la actitud de una mujer con un hijo en los brazos (con sus criaturas en los anchos brazos). Voy conociendo el sentido maternal de las cosas. La montaña que me mira, también es madre.

"He dicho varias veces y lo repito con muchísimo gusto que este país debiera llamarse Lucila de lo contrario que se llame Gabriela debería volvérsela a querer a releer a ver a compadecer es una novia abierta al infinito" Nicanor Parra, 1989.

En un homenaje que se le realizó a Gabriela Mistral en Chillán, en 1938, un joven profesor de 24 años leyó un poema en su honor. Se trataba de Nicanor Parra, Gabriela Mistral vaticinó, luego de escucharlo, que el auditorio estaba ante "el futuro poeta de Chile".

Poco antes de partir a México en 1922, Gabriela Mistral acepta la invitación de Carlos Silva Vidósola, director de El Mercurio, para colaborar de manera estable en el periódico chileno. Se publicarán cerca de trescientos artículos con su firma, los últimos con data de 1956.

Si la flor tuviera esta ansía nuestra de llegar al éxito en un solo día, la desalentaría la pereza con que crecen sus yemas, renunciaría a abrirse y no gozaríamos cada septiembre de una maravillosa primavera.

Gabriela Mistral en su último viaje a Chile. Valparaíso, Septiembre de 1954.

El periodismo debería ser el género literario más cuidado, más vigilado, digamos mejor por una democracia, porque es el único que verdaderamente hace atmosfera moral permeable para un pueblo.