Somos los principales consumidores del primer mundo. Nos encanta ver sus programas, sus estilos de vida. Queremos acercarnos al menos mediante una pantalla, para fantasear el qué sería.
Masturbarse era un ejercicio de imaginación y de ingenio, ahora ya ni eso han dejado. Todos los espacios en blanco se han iluminado. ¿Dónde queda el humano?