Cuando te miro fijamente, el niño interno mío juega entretenido con la niña de tus ojos, por eso cuando estoy frente a ti, no te veo, sólo escucho ingenuas carcajadas y descanso.
El tiempo es un caballo ciego, que en su galope va estirando el espacio donde luego circula el viento, sólo se detiene a veces, cuando tiene hambre, y se alimenta de recuerdos.