¿Cómo conociste las letras de Borges?, ¿cuál fue el primer texto que leíste? Empiezo yo: Tenía 15 años. Mi hermano me desafió: "Cuando descubras a Borges te va a gustar la literatura tanto como la música" (algo difícil de creer para aquél adolescente). Abrió el libro. Me leyó

Yo querría que este momento durara siempre —murmuré. —Siempre es una palabra que no está permitida a los hombres. #Ulrica

La maravilla es acaso incomunicable.

Pienso que las palabras hay que conquistarlas, viviéndolas. #ElTamañoDeMiEsperanza

Ningún espectador argentino tiene la clarividencia de Sarmiento. Negador del pobre pasado y del ensangrentado presente, Sarmiento es el paradójico apóstol del porvenir.

Cree, como Emerson, que en el centro del hombre está su destino; cree que la evidencia de que se cumplirá ese destino es la esperanza ilógica.

La imaginación y el amor podrían transformar el universo en el espacio de un segundo, si verdaderamente lo quisieran. El paraíso está aquí.

El amor desea una secreta publicidad, desea misterio, simpatías y símbolos.

Siempre uno acaba por asemejarse a sus enemigos. #Undr

El amor suele ser un convenio tácito cuyas partes se comprometen a hallarse indispensables y milagrosas.

La vida no es para una sola vez. #MacedonioFernández

MONGE:—Quisiera que me hablara, en primer lugar, de la paradoja que significa para usted no poder leer cuando, como es sabido, su mayor afición han sido los libros. BORGES —Yo perdí la vista como lector el año 55, cuando el gobierno de la Revolución Libertadora me nombró director

Entonces, tendríamos un mundo tan complejo como el nuestro, hecho de conciencias individuales y de música.

Como dijo Schopenhauer, la música no es algo que se agrega al mundo; la música ya es un mundo. En ese mundo, sin embargo, tendríamos siempre el tiempo. Porque el tiempo es la sucesión.

La idea de una casa hecha para que la gente se pierda es tal vez más rara que la de un hombre con cabeza de toro, pero las dos se ayudan y la imagen del laberinto conviene a la imagen del Minotauro. Queda bien que en el centro de una casa monstruosa haya un habitante monstruoso.

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. Ya no compartirás la clara luna ni los lentos jardines. Ya no hay una luna que no sea espejo del pasado, cristal de soledad, sol de agonías.

La lírica se nutre de desventuras, no de felicidades, y es sabido que la tragedia personal del individuo puede ser la fortuna del poeta.

—¿Quién sueña a quién? Yo sé que te sueño, pero no sé si estás soñándome.