Merezco… Bebi Fernández

Me gustaría sentarme con la niña que fui y decirle que volvemos a empezar, pero no puedo. Así que me sentaré con la mujer que soy hoy, que para eso somos la misma.

Entre la maldad y la justicia a veces no hay ninguna separación. Y es lícito y está bien, siempre que seas mala contra una maldad más grande.

Cuando pones en marcha todos los consejos de tus amigas para olvidarle y ahora tienes clases de yoga, una psicóloga on-line, una adicción a los suplementos relajantes y tres ligues tóxicos:

Por favor si alguien tiene el guion de mi vida que le prenda fuego no puedo más prefiero una comedia romántica de bajo presupuesto.

Rubia, fría, amarga y depresora del sistema nervioso central, como la cerveza.

Así es amiga y ahí uno de los mejores libros de Bebi Fernández Amor y Asco. Léanlo. Es una maravilla #AmoryAsco

No me gusta vivir desconectada del mundo por híper conectarme a una máquina. Llamadme loca.

Hay trenes que hay que coger con miedo pero con la certeza de que te llevarán a un lugar al que debes ir. Y punto.

Yo solía leer por diversión, para evadirme, pasar el rato. Ahora que estoy leyendo a Bebi Fernández leo por necesidad, para abrir los ojos.

Son incontables las veces que leyendo Memorias de una salvaje de Bebi Fernández me ha entrado mal cuerpo, náuseas, ansiedad, mareo, ganas de llorar, de gritar, de vomitar... No puc.

En la vida hay dos tipos de personas: sé un jabalí.

Nos queríais cansadas, a dieta, enfermas, continuamente preocupadas, sumisas y dependientes, y os vamos a dar una hostia en la cara a base de amor propio.

Me acabo de meter un trozo de papel de cocina en el ojo y creo que me he quedado ciega, Dios, qué te costaba hacerme con menos sarcasmo y más inteligencia???

El de Iberdrola ayer:

Hasta el coño de vivir tantos momentos históricos, sinceramente.

“Estar vivo es no haber perdido la capacidad de enloquecer por algo o alguien”. - Bebi Fernández

¿Por qué escribí libros? Porque me querían callada. Me querían muerta. E inmóvil. Por eso hablé a través de las manos. Por eso escribí libros. Para hacer ver cuánto ruido hace el silencio. Por amor. Por incontinencia rabiosa. Por venganza.